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Mostrando entradas de 2009

Adán y Eva (2da. Parte)

Varias personas que conozco me han hecho comentarios sobre el post de Adán y Eva. En realidad era una reflexión inicial y mientras más converso con amigos sobre el tema, más me doy cuenta de lo profundo de los contenidos del mito bíblico. Según éste, Dios crea a la humanidad y, a pesar de hacer a los hombres y mujeres a su imagen y semejanza para que sean los señores de su creación, no les entrega el don de la conciencia de sí mismos. Sin embargo, les pone un reto: el no probar del árbol del “conocimiento del bien y el mal”. Por el nombre del árbol y su fruto, uno podría pensar que Dios quería mantenernos en la una especie de inocencia infantil, sin embargo, lo primero que sucede al probar Adán y Eva es que éstos toman consciencia de su desnudez, es decir, toman consciencia de sí mismos. Luego, casi de inmediato, empiezan a conocer que existen cosas buenas y cosas malas, descubren que existen unas cosas que son permitidas y otras que no lo son. Desde el punto de vista psicoanalítico,

Generación X

Acabo de atender a mi paciente, un joven de 28 años que podría ser cualquiera. No sé por qué tengo tantos problemas con esta generación. Muchos de estos jóvenes, por su edad (entre los 25 y 34 años) caben dentro de lo que yo llamo la Generación X Latinoamericana. Generación X les pusieron los sociólogos en Europa como hace 20 años, el mismo nombre suguiere que son como una incógnita. Es una generación a la que me cuesta mucho trabajo acercarme, quizá porque yo provengo de aquella generación que andaba en la búsqueda de combatir sus vacíos afectivos llenándolos de utopías sociales y la entrega a los demás. La Generación X no busca llenarlos, se adapta a ellos; re-define el amor o el sexo, el compromiso o la pasión desde el vacío y lo más complicado, desde el silencio. Les es muy difícil hablar de lo que sienten y, por lo tanto, desarrollar su capacidad de disfrutar de espacios íntimos. La intimidad les incomoda tremendamente, prefieren volver a su privacidad, aún cuando ésta esté satu

De cómo Adán y Eva no se adaptaron al frío... (*)

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(Gen.: 2, 15-17; 3, 1-24) ¿Recuerdan el relato de la expulsión de Adán y E va del Jardín del Paraíso? Veamos, luego de los seis días de trabajo de Dios y su justificado descanso en el séptimo día, es decir, el día sábado, el libro del Génesis en la Biblia hace un nuevo relato más breve de la creación, después del cual ambos se unifican en la existencia de Adán en el Paraíso y de cómo Dios le coloca una compañera, Eva. Como Dios quiere verlos crecer inocentes, les permite disfrutar gratis y a su antojo de todas las instalaciones del flamante Jardín del Edén pero les prohíbe terminantemente comer del fruto del árbol que se encuentra en la mejor parte de su creación. Si alguno de Uds. pensó en el manzano, se equivocaron. El prohibido árbol se llamaba “árbol de conocer el bien y el mal” ó “árbol del conocimiento del bien y el mal”, según la traducción de la Biblia que estem os manejando. Adán y su esposa Eva andaban desnudos y sin consciencia de su desnudez, felices y disfrutando de la cre

Parejas

Hoy tuve la última sesión del día con una pareja que en medio de conversación, como suele suceder, iniciaron una fuerte discusión olvidándose casi por completo de mi presencia. En un momento él le dice a ella: “bueno, pues, las puertas están abiertas para que te vayas si quieres”. Esta última frase se me quedó grabada y al terminar la sesión me puse a reflexionar un poco sobre ella. Me pregunto, ¿puede el amor cerrar las puertas? si las puertas estuvieran cerradas… ¿sería posible el amor? A mí me parecería más un secuestro que un amor. Pienso que la única manera que el amor pueda florecer es en libertad. Nadie puede retener a nadie en nombre de un amor y decidir en qué momento le abre las puertas para que se vaya si lo desea. Además, si no fuera así, ¿cómo podríamos estar seguros que la persona que amamos está porque desea estar dentro? Conclusión: el amor sólo puede ser “de puertas abiertas” y no sólo de puertas, también de ventanas y demás, ya que también necesita oxígeno. Es increíb

Tolerancia y buen corazón

Estuve leyendo un libro de Tenzin Gyatso, más conocido como el XIV Dalai Lama, en el que afirmaba que el mundo actual requiere de mujeres y hombres tolerantes y de buen corazón, definiendo el “buen corazón” como el corazón compasivo . Esto me hizo pensar un poco desde el otro lado del diván. Yo mismo he tenido problemas con la palabra compasión. Pienso que coloquialmente se confunde con pena. Tener o sentir compasión por alguien es interpretado como tener pena por esa persona. Tenzin Gyatso dice que nada es más lejano de la realidad ya que la compasión es hija de la comprensión ¿de qué? del estado emocional del otro. La compasión es activa porque nos lleva a buscar entendimiento y hasta a la acción de aliviar ese estado emocional. El buen corazón entonces, el corazón compasivo, es el que es capaz de entender el sufrimiento de los demás y, de ser necesario, hacer algo por ayudarle a enfrentar ese sufrimiento. La palabra clave es eso de “entender” . Exige algo más que el sentido comú

El ¿loco?

Desde los 15 años de edad tengo un vicio: correr por las mañanas. No es el único vicio que tengo peo es el más largo en mi vida. Esta mañana, mientras corría, como a las 6:30am pasaba por el parque Domodossola en Miraflores y no podía evitar sentir algo especial: el aire frío de la mañana con el sol del verano, el mar y el verde precioso del parque. En una banca vi un hombre algo mayor fumando un cigarrillo a esa hora de la mañana y hablando solo. Pensé "pobre señor, estará loco". Volví a pensar, ¿quién está más loco él, que está aquí viviendo esta experiencia de belleza de la mañana, o los que se la están perdiendo?

¿Qué es la cura?

Hoy una paciente me preguntó si yo podía decir que era feliz. Tuvo el impulso de contestarle con un rotundo si pero opté por decirle que la felicidad era un balance que en mi caso definitivamente daba positivo. Este incidente me hizo pensar sobre mi rol como terapeuta. ¿Qué es salud mental? ¿qué significa ayudar a un paciente? Vuelvo a pensar en el tema de la “cura” en psicoterapia y me reafirmo en que no existe cura sin crecimiento como ser humano. Muchos de mis colegas del psicoanálisis discreparán pero hasta la fecha no he podido hacer la separación entre ambas cosas. Y ¿qué sería crecer como ser humano? Definitivamente no sería acercarse a un modelo estandarizado de persona como resultado de la desaparición absoluta de los síntomas neuróticos. La psicoanalista francesa de origen neozelandés, Joyce Mc Duogall, en su “Alegato por una cierta anormalidad” dice que es perfectamente lícito hablar de que “es normal ser neurótico”. Decía que los seres humanos nos movemos entre “la neurosis

Hombres y mujeres

Ella: ¿por qué me quieres? El: Te quiero porque te admiro Ella siente que él no es capaz de amarla como ella quisiera y él se va triste porque siente que ella no aprecia lo mejor que él le puede dar.

El vaso medio lleno/vacío

¿Desde dónde solemos hablar? ¿desde el lado vacío del vaso o desde el lado lleno? ¿nos damos cuenta? Cuando mis hijos mayores eran pequeños sucedió una anécdota que no olvido y que aún hoy me sirve para graficar lo que quisiera transmitir en este post: había caído visita inesperada en casa y yo había comprado una botella de 2 litros de Inca Kola. Mientras conversaba con el invitado habíamos consumido parte de la gaseosa pero aún quedaba algo. Era la hora del almuerzo y sólo estábamos a la espera de que los chicos regresen del colegio para sentarnos a la mesa. Mi hijo llega primero y al ver la botella dice: “¡Quién se ha tomado la Inca Kola!”. Al poco rato llega mi hija que al ver la misma botella exclama: “¡Qué rico, Inca Kola!”. Ambos vieron lo mismo y, sin embargo, no vieron lo mismo. Mientras mi hijo se fijaba en lo que faltaba, mi hija ponía énfasis en lo que había. Es la forma en la que las personas vemos la vida: o lo hacemos desde el lado lleno del vaso o lo hacemos desde el lad