El vaso medio lleno/vacío

¿Desde dónde solemos hablar? ¿desde el lado vacío del vaso o desde el lado lleno? ¿nos damos cuenta? Cuando mis hijos mayores eran pequeños sucedió una anécdota que no olvido y que aún hoy me sirve para graficar lo que quisiera transmitir en este post: había caído visita inesperada en casa y yo había comprado una botella de 2 litros de Inca Kola. Mientras conversaba con el invitado habíamos consumido parte de la gaseosa pero aún quedaba algo. Era la hora del almuerzo y sólo estábamos a la espera de que los chicos regresen del colegio para sentarnos a la mesa. Mi hijo llega primero y al ver la botella dice: “¡Quién se ha tomado la Inca Kola!”. Al poco rato llega mi hija que al ver la misma botella exclama: “¡Qué rico, Inca Kola!”. Ambos vieron lo mismo y, sin embargo, no vieron lo mismo. Mientras mi hijo se fijaba en lo que faltaba, mi hija ponía énfasis en lo que había. Es la forma en la que las personas vemos la vida: o lo hacemos desde el lado lleno del vaso o lo hacemos desde el lado vacío.

Un hombre gana un dinero extra y se pone contento porque por fin se va a poder comprar algo que no tenía presupuestado. De pronto el coche empieza a fallar y debe repararlo. La reparación se lleva la totalidad del ingreso extra conseguido. ¿Debe maldecir al coche por malograrse justo cuando quería disfrutar de su dinero o debe dar gracias a Dios porque falló justo en el momento en que disponía de un dinero extra para repararlo?

¿Cuándo nos vemos al espejo qué vemos? ¿vemos a ese ser único y especial que somos cada uno de nosotros o vemos las diferencias con ese ser ideal que nos gustaría ser pero que no hemos llegado a alcanzar? Preguntémoselo a una chica anoréxica que no importa cuán delgada esté, siempre estará descontenta de sí misma por no ser ese ideal que nunca alcanzará. O preguntémoselo a la esposa que pone más énfasis en aquello que su pareja no ha logrado darle que en todas las cosas buenas que pudieran haber conquistado juntos. Cuando el marido se propone conquistar a la jovencita de la oficina lo hace porque desea reencontrarse con el amor o porque busca cubrir la falta y el descontento consigo mismo, olvidándose incluso del respeto que prometió a su esposa.

¡Qué nos pasa! Estoy seguro que por ahí debe existir algún mito griego que lo grafique perfectamente (aunque yo no lo conozco) pero de existir hablaría seguro de la condena del hombre por los dioses a hablar siempre desde la falta. ¿Y eso de que no es más feliz quien más tiene sino quien menos necesita? ¿Eso de ser felices no sólo recibiendo sino también dando? Parece que lo andamos olvidando todo el tiempo.

Incapacidad para el disfrute, patología de vacío, falta básica, etc… los psicoanalistas nos hemos preguntado desde el principio por esta parte de la condición humana. Y, aunque en muchos campos hemos logrado éxitos indudables, el vacío ha ido creciendo a velocidades impresionantes. Se ha ido metiendo en los detalles, en las fantasías privadas, en los sueños más personales. Aquella falta que en un momento nos empujó al desarrollo de la ciencia y la tecnología, al deseo de superación personal y a la conquista de metas y objetivos personales, hoy se podría estar convirtiendo en un vacío tan grande que hace de la depresión el síntoma principal de la neurosis. Donde ya ni siquiera discutimos sobre si el tener vale más que el ser, sino que ahora es la imagen (lo virtual) lo que vale más que el ser o que el tener. ¿En qué lío nos estamos metiendo? ¿Cómo vamos salir de esto?

Cuando cada uno de nosotros vuelve a casa después de un día de trabajo común y corriente, ¿nos sentimos realizados? ¿Volvemos al calor de los que amamos para disfrutar de las cosas buenas que compartimos o volvemos con el vacío a cuestas, pensando en todo lo que no tenemos? ¿Ansiamos volver a casa a encontrarnos con los brazos de la mujer que amamos?

Aprendamos a ver las dos caras de todas las monedas. No sólo pensemos en lo que no tenemos. Pensemos en todas las cosas buenas que sí tenemos: una pareja no es para que nos proporcione todo aquello que nos falta, está para construir conjuntamente con nosotros una ilusión compartida. Agradezcamos al autito el que haya esperado a malograrse justo cuando nos cayó un dinero extra y disfrutemos compartiendo el poco de Inca Kola que la visita nos dejó.

Son dos pasos sencillos que espero que aquellos que tienen la paciencia de leerme pueden aplicarlos y compartirlos con aquellos que aman: (1) veamos siempre las dos caras de las monedas, es decir, cuál sería el lado vacío del vaso y cuál el lado lleno; si es posible hasta pongámoslo en palabras, y (2) la inversión, es decir, en vez de pensar desde el lado vacío, démosle vuelta a la cosa y optemos por el lado lleno.

Al final, ¿de qué se trata lo que los terapeutas hacemos desde este lado del diván? No creo que sea posible la “curación” psicológica sin un crecimiento como persona. ¿Y en qué consiste esta cura? Fácil: en reencontrarnos con la posibilidad de vivir una vida productiva a plenitud y con alegría.

A aquellos que me leen les pido que por favor compartan sus experiencias y reflexiones en este tema. La unión y el compartir nos ayuda mucho a todos a pelear contra el vacío, es el lado lleno del vaso. Gracias.

Comentarios

  1. Ahora entiendo a q te referias, pues si, estabamos pensando en mas menos lo mismo. A variar el punto de vista q se puede!!!!

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  2. es bueno lo que dices....sobre todo para las personas luchadoras y que se pone metas, sin duda disfrutar y ver con optimismo lo que tienen es super rico y satisfactorio, pero ...que pasa con las personas conformistas, que no se trazan metas, si no que se mantienen pasivas con lo que tienen, y para sentirse felices, se comparan con aquellos que no tienen muchas aspiraciones, siendo esto un aliciente para parmanecer en un estado de confort, y en realidad esto se vuelve desesperante para los que sí quieren tener nuevas experiencias o nuevas metas y riesgos por seguir.....sobre todo cuando se trata de un matrimonio.....

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